Una pérdida de sangre durante el transcurso
de este período del embarazo puede
deberse a dos orígenes: causas ginecológicas
o de la madre (inflamaciones) y causas obstétricas
propias del embarazo que son las que describiremos.
Englobamos a todos los cuadros
en los cuales la sangre proviene de adentro de
la cavidad uterina dentro el cuadro general "amenaza
de pérdida del embarazo".
Hasta que se aclare debidamente
el caso, la embarazada debe guardar reposo absoluto
en cama (incluyendo la suspensión de las
relaciones sexuales). Esto significa que sólo
deberá levantarse estrictamente lo necesario
para ir al baño. Demás está
decir que también debe crearse un ambiente
de tranquilidad espiritual.
Para ello es imprescindible
que el núcleo familiar comprenda que se
está frente a una situación de excepción.
Todos deben apoyar a la embarazada en procura
de disminuir la angustia que le produce la inseguridad
de no saber qué sucederá con su
bebé.
Se administran además medicamentos “uteroinhibidores”
(que sedan al útero, relajándolo
e impidiendo que se contraiga) y frecuentemente
progesterona (hormona que normalmente producen
tanto el ovario como la placenta y que como su
nombre lo indica, protege la gestación).
Mediante dosajes hormonales y estudios ecográficos
se verificará la situación del embarazo.
Mientras el embrión esté bien se
continuará con el tratamiento hasta que
el obstetra considere oportuno suspenderlo, en
general en forma progresiva.
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