Con gestos se hacen entender y ya son capaces
de comprender todo lo que les decimos. La
traducción simultánea de lo
que dicen solo puede provenir de sus padres
y de las personas que pasen bastante tiempo
con ellos.
Tampoco hay que desacreditar
a las criaturas que se las arreglan muy bien para
hacerse entender. Para participar en su forma
de comunicarse, sólo hay que convivir con
ellos.
Saben
expresarse desde que nacen
El bebé es capaz de reconocer a través
del olfato a su mamá y a las seis semanas,
de una manera primitiva, establece diferencias
entre la madre y el resto del mundo. Mediante
el tacto, el llanto,
miradas, gorjeos, gritos, sonrisas y balbuceos,
la mamá y el hijo se relacionan.
Los balbuceos dan paso a los gorjeos, que luego
de las vocalizaciones dan lugar a las primeras
palabras (entre los 12 y 18 meses aproximadamente).
Las más habituales suelen ser papá
y mamá porque son las que les han repetido
con mayor frecuencia.
Los padres solemos inquietarnos
cuando los pequeños tardan en pronunciar
sus primeras sílabas ya que le damos demasiada
importancia a este suceso. Pero en está
etapa es más importante la modulación
de la voz que el vocabulario en sí.
Esto es para perfeccionar el lenguaje. Este ejercicio
consiste en emitir sonidos silábicos con
tono de exclamación, interrogación,
etcétera. Está gimnasia los ayuda
a aprender, no importa si lo que dicen es inteligible
o no. Es la etapa en que les gusta remarcar mucho
las cosas, a los 15 meses suelen producir sonidos
ininteligibles (salvo para los que conocen su
significado) y, pasado el año y medio,
ya cuentan con un repertorio de 10 palabras.
Cada
criatura es distinta y sigue su propio ritmo
Cada niño es distinto y sigue un proceso
de aprendizaje individualizado. Puede pasar que
un chico tarde en hablar y no tenga ese vocabulario
de 10 palabras ya que su tiempo se lo está
dedicando a la modulación y expresividad.
También pasa lo contrario, muchas criaturas
le dedican mas el tiempo a repetir los sonidos
que en ejercitar estas cualidades. No hay que
preocuparse, en ninguno de los casos, por su evolución.
Dentro del aprendizaje de una misma lengua, varía
la modalidad de adquisición de las estructuras.
Todos llegan al mismo destino, a los tres años
ya esta constituida la estructura formal de la
lengua materna y se manejan bien con la misma.
Lógicamente, también hay síntomas
que revelan una posible dificultad como por ejemplo,
que la criatura tenga dos años y todavía
no pronuncia ni una sola palabra o algunas en
forma aislada. Cuando esto sucede es conveniente
consultar con un fonoaudiólogo. El medico
podrá decirle la causa y como estimularlo
para que el aprendizaje no se detenga. No tiene
que ser tomado como un retraso, en la medida que
la dificultad sea controlada a tiempo.
Un
simple gesto que está cargado de significado
Alrededor del año, cuando todavía
no son capaces de pronunciar bien las palabras,
señalan los objetos con la mano. Empieza
a aparecer la mímica, una serie de gestos
cuyo objetivo es facilitar la comunicación
para que logremos entenderlos.
Cuando los pequeños hacen un gesto para
mostrarnos algo que quieren o que les llama la
atención, es conveniente reafirmársela
y pronunciar bien la palabra a la que ellos hacen
referencia. Es decir, debemos demostrar alegría
por entenderlos y repetirles.
Sin embargo, sus imitaciones
para utilizar el lenguaje, no deben llevarnos
a creer que no lo entienden. El entrenamiento
comenzó el día que vinieron al mundo;
los bebés reconocen la voz de su mamá,
se ponen atentos cuando escuchan una voz aguda,
dan vuelta la cabeza cuando escuchan algún
sonido.
Entienden
todo lo que se les dice
Se puede decir que al año ya entienden
todo el lenguaje que está relacionado con
su vida cotidiana. Otra cosa muy distinta es que
obedezcan o respondan a las órdenes que
les damos. No obstante, sin comprensión
es imposible el desarrollo del lenguaje, aunque
en gran parte se relaciona con la estimulación
de los padres, tiene un componente espontáneo,
intuitivo e innato, que no dejará de sorprendernos.
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