El dolor menstrual ocupa un lugar preponderante en algunas circunstancias.
Según la intensidad puede ser leve,
moderado o severo, y estar acompañado
de diversos signos y síntomas tales
como palidez, mareos, náuseas, vómitos,
dolor de cabeza, desmayos, etc.
Es muy importante que el o
la ginecóloga infanto-juvenil interrogue
en detalle las características de ese dolor
(difuso, cólico, continuo), con qué
mejora y con qué se intensifica, la duración
y secuencia del mismo, la respuesta a tratamientos
anteriores, etc.
Cualquier alteración del ciclo es un síntoma,
pero nunca una enfermedad en sí. El mejor
tratamiento es el diagnóstico adecuado
y eventualmente la derivación oportuna
al especialista. Se debe realizar una historia
clínica completa y exhaustiva con datos
acerca de:
-
Los antecedentes familiares,
especialmente la existencia de una madre que
sufre intensos dolores menstruales, ya que es
frecuente que la hija “tome” el
mismo modelo menstrual.
-
Las relaciones interpersonales,
el contexto socio-cultural y la estabilidad
emocional.
-
La aceptación de
los ciclos menstruales como componente de su
femineidad ya que éstos tienen una connotación
simbólica muy importante en la vida de
una mujer.
-
En la aparición
del dolor menstrual pueden entrecruzarse múltiples
factores, como una respuesta exagerada del músculo
uterino a los estímulos, o un aumento
de la sensibilidad al dolor, o un conflicto
emocional expresado corporalmente, etc.
Así podrá orientarse
para encontrar la causa que lo produce, e indicar
el tratamiento adecuado y en el momento oportuno.
Muchas veces se produce un círculo vicioso
(dolor-miedo-dolor), que sólo se rompe
mediante el trabajo conjunto entre el ginecólogo,
la paciente y su familia. El profesional tendrá
que descartar todas las patologías que
lo puedan producir, y constatar si es posible
con una ecografía ginecológica la
normalidad de los genitales internos. Si estas
imágenes ecográficas son explicadas
mediante gráficos y en forma sencilla,
será una parte importante de la terapéutica,
como la medicación que se deba indicar.
Distintos medicamentos se
utilizan según el origen que tenga el dolor.
Entre ellos los que más se utilizan son:
antiespasmódicos, que evitan las contracciones
uterinas, analgésicos, antiinflamatorios
que no contengan corticoides, y si fuera necesario
tratamientos hormonales, todos siempre, bajo la
supervisión de un médico.
Todo esto ayudará a
calmar la ansiedad y el temor, que junto a la
medicación correcta y a la indicación
de medidas higiénico-dietéticas
(buena alimentación, regular evacuación
intestinal, estímulo de la actividad física,
etc.), irá disminuyendo el dolor progresivamente,
y romperá ese círculo vicioso que
generalmente impide que la niña realice
una vida normal durante su período menstrual.
Otros motivos de consulta
-
Cuando se produce un atraso
menstrual.
-
Cuando la menstruación
se produce con un intervalo entre 35 y 90 días
(oligomenorrea).
-
Cuando ocurre el
caso inverso, es decir que pasan menos de 25
días entre el inicio de una menstruación
y la siguiente (polimenorrea).
-
La cantidad de sangrado
menstrual es muy abundante (hipermenorrea) ó
cuando es muy escasa (hipomenorrea).
-
También puede suceder
que la menstruación se prolongue como
una hemorragia uterina que no cede espontáneamente,
y que requiera ser tratada con rapidez.
-
Los trastornos de la conducta
alimentaria (anorexia-bulimia, etc.) se correlacionan
generalmente con alteraciones menstruales, que
necesitan del trabajo en equipo de diversos
profesionales: médico clínico
de adolescentes, ginecólogo, psicólogo,
nutricionista, etc.
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