En esta etapa el bebé ya no responde
con una sonrisa a cualquier persona. Por el
contrario, comienza a distinguir a los familiares
de los extraños. Esta experiencia permite
que el bebé crezca.
Entre el sexto y el octavo
mes el bebé sufre una transformación.
Si alguien se le aproxima y él no lo conoce
puede llegar a bajar la mirada, gritar, llorar,
etc. Además, suelen esconderse debajo de
su manta, ocultar la cara entre las sábanas
o taparse los ojos con las manos.
A esta conducta se lo conoce
como “la angustia
del octavo mes”. Ahora reacciona
ante un extraño con movimientos de prevención
y huida. Esta reacción se intensifica cuando
falta la madre ya que al acercarse a un extraño
se siente defraudado en su deseo de volver a verla.
Es importante hablarle tranquilo, con tono sereno,
explicándole quién es la persona
a la que evita. Hay que decirle que no deben asustarse,
que su madre o quien los cuide esta ahí
junto a él para acompañarlo.
Un
período importante
La angustia del octavo mes es un hito importante
en el desarrollo psíquico del bebé,
similar a la sonrisa de los tres meses, que demuestra
una mayor organización psíquica.
En el caso de la sonrisa, vemos que el niño
busca el rostro humano, en cambio, en la angustia
del octavo mes busca el rostro de su mamá
o de una persona conocida frente a la imagen de
alguien desconocido para él. Esto nos demuestra
que el bebé tiene una relación más
específica con las personas.
El niño traspasó
una segunda etapa importante en su desarrollo
psíquico: ya discrimina su propia persona
del mundo exterior y dentro del mundo exterior
diferencia a las personas que a él le interesan.
Por este motivo es que esta etapa es importante,
ya que se desarrolla rápidamente el comportamiento
en diversas áreas tales como: la comprensión
social; demuestra aptitud para participar en juegos;
es capaz de devolver una pelota si le tienden
la mano, si en medio de la actividad le dicen
que no con la cabeza o con el dedo puede detenerse.
Dos meses después de
distinguir a la madre, el pequeño comienza
a diferenciar los objetos. Esto lo lleva a elegir
un juguete preferido entre una serie de objetos
dispares. Es capaz de asimilar que si se tira
de un cordón, el móvil se puede
mover o puede sonar una campana.
Asimismo en este momento los niños realizan
imitaciones de los gestos. Estos logros se ven
por la adquisición de la maduración
que le permite el gateo; el niño no duda
en satisfacer su curiosidad y su ansia de actividad.
Junto a todo estos cambios
el bebé puede experimentar terrores nocturnos:
se despierta llorando como si algo malo le estuviera
pasando. Y no es para menos, esta soñando
y estos sueños no siempre son agradables.
Comprender que es un momento
evolutivo nos debe ayudar a no cambiar la actitud
que se venía sosteniendo frente al despertar
del bebé. Acunarlo en la misma camita,
o cantarle, y si esta muy angustiado levantarlo
por unos pocos segundos tratando de que se relaje
y antes de que se duerma de nuevo se lo debe volver
a colocar en su lecho de descanso.
No hay que olvidar que es un período
transitorio y por este motivo todo lo que
incorporen como novedoso, para que se duerma mas
rápido, quedará grabado en la rutina
del bebé (prender luces, darle el pecho
o la mamadera, darle agua o llevarlo a la cama
de los papás) y después costará
mucho revertirla.
Como
ayudarlo a madurar en esta etapa
El juego del Cu Cu, es muy apropiado ya que ayuda
al bebé a aceptar que la mamá se
puede ir pero al mismo tiempo traerla cuando el
la necesita.
El bebé frente a la mamá o el papá
se esconde bajo la sábana o una mantita,
y el o los papás después de unos
segundos la descubren, o él mismo la retira.
También en esta época experimentan
tirando juguetes al suelo y esperan que se los
alcancen, algo parecido a alejamiento de los seres
queridos y el regreso cuando él lo demanda.
Comprendiendo mejor que pasa en esta época
de la vida y por medio de estos juegos, el bebé
y los papás pasarán este período
madurativo sin tantos sobresaltos.
¡¡A no
desesperarse el pequeño no tardará
mucho en superar esta etapa!!
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